Principio de cuento

Érase una vez que se era dos niños que vivían en una casa pequeña. Tan pequeña que cada mañana cuando se despertaban tenían que hacer las camas o no podían salir de sus cuartos. Tan pequeña que si después de comer no limpiaban todos los cacharros ya no había manera de entrar en la cocina.

Un día después recoger la mesa les dio pereza ponerse a fregar, “lo haremos por la noche” dijeron. Y se fueron a jugar a la calle, que es lo que de verdad les gustaba hacer. Nunca habían entendido muy bien eso de tener que recogerlo todo cada vez, ¡si luego lo iban a volver a necesitar!.

En la calle jugaron a pisar sólo la parte blanca de los pasos de cebra y a contar hasta 100 con los dedos de los pies. Cuando se cansaron de eso, que no fue pronto, les llevó su tiempo pasar de 80, volvieron para casa. Al acercarse a su portal vieron que había un corrillo de gente desconocida y unos policías. Entre la gente vieron a una anciana que llevaba un paraguas enorme, aunque no llovía desde hacía meses.

-¿Qué ha pasado?. Le preguntó uno de los niños.

-Han venido los servicios sociales porque hay unos peluches viviendo en condiciones insalubres en el tercero. Respondió la anciana.

-¡Ese es nuestro piso!

-Deberías haber limpiado jovencitos. Os está bien empleado.

-Y usted debería mirar al cielo antes de salir de casa. ¿Para que lleva un paraguas si no llueve?.

-No lo llevo por el agua, lo llevo por las plantas. Me da miedo que me caiga una maceta encima. A mi gato Federico lo mató un geranio que le cayó desde un octavo.

-Pobrecillo, ¿sufrió?.

-Supongo. Se le metió un esqueje del geranio en una pata. Se fue haciendo grande y murió cuando intentamos transplantarlo a una jardinera de la terraza.

¿Cómo puede terminar esto?. Espero vuestros finales. En que se me ocurra uno a mi lo pongo.

RyC